En la segunda edición de esta sección: "Estanterías Asombrosas" les quiero mostrar una galería de imágenes realmente particular de una biblioteca pública ubicada en Kansas y que tiene una fachada realmente particular y de gran ingenio.
La Biblioteca Pública es una institución clave de la ciudad norteamericana de Kansas, en el Estado de Missouri. Esta corre por toda la cara sur del parqueadero de la Librería Publica en la calle decima entre la calle Wyandotte y la Avenida Baltimore. Y su decoración exterior es un referente en el diseño de edificios bibliotecarios que invitan a acudir a ellos.
En 2004, en la remodelación de esta biblioteca, sus diseñadores tuvieron la brillante idea de decorar la fachada del aparcamiento exterior con los lomos (gigantes, por supuesto) de 22 de las obras más representativas de la literatura universal, sugeridas primero por los lectores de la misma biblioteca de Kansas City, y luego seleccionadas por el equipo de dirección de la biblioteca.
Los lomos de los libros, que miden aproximadamente 9 metros de alto por 3 de ancho, están fabricados con el mismo material con el que se construyen las vallas de los anuncios publicitarios.Es una muestra de originalidad y, sin duda, muy atractiva. Un ejemplo a tener en cuenta por muchas bibliotecas, cuyo diseño no siempre sugiere que la ciudadanía las utilice con más frecuencia.
La presentación en materia narrativa es tan importante como en la gastronomía: antes de que un plato llegue a tu estómago, primero te tiene que entrar por los ojos. Tiene que resultar llamativo, sorprendente. Y si esa fórmula se aplica a la cubierta de un libro, ¿por qué la fachada de una biblioteca, el alma máter literaria debe ser una excepción?
El proyecto nació como una idea para revitalizar el centro de la ciudad y maquillar el rostro de la biblioteca con el fin de hacerla más fresca, original, atrayente e inspiradora. Que la gente se detuviera a su paso y sintiera deseos de descubrir el tesoro de papel que se esconde tras sus paredes.
El interior del edificio es un verdadero laberinto que invita a perderse por interminables estanterías forradas de libros sin brújula alguna, guiándote por el instinto del lector. Un sexto sentido que nos hace acariciar los lomos con delicadeza y pasear la mirada de título en título tratando de adivinar qué significa, qué esconde, qué nos sugiere.
Su primera planta, no obstante, recuerda vagamente al antiguo banco que albergó el edificio hasta 1906. Con sus salas de altos techos, sus esbeltas columnas y sus elegantes lámparas que se balancean en amplias salas de suelo marmóreo donde resuenan los pasos con un eco de ultratumba.
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